Autor: Miguel Fernando Gómez Vozmediano.
Inicios devocionales de la Virgen del Socorro. I Jornadas de Historia Local Biblioteca Oretana. Historia de Argamasilla de Calatrava (I). Ediciones C&G. Páginas: 122. Formato: 21×15 cm. Encuadernación: Rústica.
Aportaciones recientes han arrojado luz acerca de los oscuros orígenes de la devoción a la Virgen del Socorro en Argamasilla de Calatrava. Abrieron el camino Andrés Megia Godeo y Manuel Ciudad Ruiz (2002)50, y siguió su estela José Rafael González Romero, quien trazó una panorámica global de su trayectoria a fines del siglo XVI (2003)51. Además, yo mismo analicé en su día la figura del indiano Juan Caballero París y su rocambolesca vinculación al santuario rabanero en pleno Siglo de Oro (2001)52. Y sin embargo, dos de las principales fuentes para su estudio eran conocidas con anterioridad: muchas personas en Argamasilla conocían por tradición el Mayo de la aparición de la Virgen del Socorro (que generosamente me ha proporcionado Domingo, directivo del Grupo Folklórico Virgen de Gracia de Puertollano) y hace casi veinte años que se publicaron las Descripciones del cardenal Lorenzana donde un clérigo local se explaya sobre el fervor popular hacia esta milagrosa imagen. Gracias a este raudal de testimonios, orales y escritos podemos hacernos una idea bastante aproximada de por dónde fueron los tiros.
Según la tradición, fuera del casco urbano, camino de Almagro, se levantaba la ermita de San Sebastián desde tiempo atrás. Junto a este modesto templo rural estaba la casa de campo, en cuyas inmediaciones se encontraba una huerta grande cercada con árboles y sembrada de álamos blancos. Un día, laborando un hortelano, oye en canto de un pájaro y al seguir su dulce gorjeo se para en un álamo. De repente, un resplandor le hace reparar en la copa del árbol, en donde ve aparecerse la imagen de Nuestra Señora. Maravillado, comunica el fabuloso hallazgo de una Virgen al ayuntamiento. El vecindario, con las autoridades al frente, organiza una solemne procesión para depositar este divino tesoro en la cercana ermita de San Sebastián.
Sin embargo, un interesante pleito sostenido alrededor de 1583 entre el concejo de Calzada de Calatrava y el mayordomo de su parroquia contra frey Juan Gutiérrez, su párroco a la sazón oriundo de Argamasilla y su hermana Ana Gutiérrez, alias “la Beata” da las claves históricas de este enigma, al dilucidar la desaparición del templo calzadeño de las antiguas tallas del Nuestra Señora del Valle y su Niño Jesús.
Hacía más de un siglo, que una imagen de la Virgen se había aparecido a un campesino en un enebro, siendo conducida a la iglesia que toma su nombre. Se trataba de una talla pequeña, con brazos aparte para permitir que fuese vestida. Según la descripción del calzadeño Luís de Troya, un antiguo monaguillo, sabemos que: “la imagen de Nuestra Señora [Virgen del Valle] era una imagen pequeña de altura, como del cobdo a la mano, poco mas o menos, hueca con cierta parte de las espaldas y su asiento en redondo, que se asentava en las andas, de lindo rostro, de la nariz pequeña y afilada, los ojos çarcos el uno más turbio y mas rasgado que el otro, linda boca y los labios bien colorados, delicada de rostro, un poco morena tiene sus orejas y en el colodrillo tenia un hoyo donde le ponian unos paños de lienço para tocarla quando la vestian su garganta en redondo muy lisa sacada de cuello y no tiene braços porque quando la vestian le ponian unos guantes porque no tenia manos”54.
Los calzadeños rendían gran devoción a su patrona, pero su mal estado de conservación había entibiado su culto, hasta tal punto que el párroco rabanero la guardó en un arca, tal vez maquinando su futuro extravío. Según parece “o por ser mui antigua, o por otro accidente, estaba su rostro indecente y toda ella falta de barniz, cuio estado reconocido por el visitador eclesiástico, le mando a dicho cura enterrase o quitase de en medio aquella imagen porque no estaba en estado de darle culto, y que esto lo hiciese con recato por ebitar el escandalo de la filigresia. Executolo asi el cura sin mas noticia que la de su sacristán que lo presencio todo”55.
Lo cierto fue que, en 1577, el cura persuade a sus feligreses que era preciso restaurarla y contrata los servicios de un entallador (escultor y retablista) ciudadrealeño para unirle al cuerpo los brazos de madera y barnizarla; no obstante, el artista desaconseja cambiar su aspecto, aunque sí opina que había que recomponer su pié quebrado y ponerle los dedos que le faltaban, además de ponerla sobre un pedestal que le diera mayor empaque y tamaño. El día señalado para que Baltasar Rodríguez condujera a la patrona de Calzada a Ciudad Real, todo el vecindario participa en una procesión multitudinaria de despedida, portanto en hombros a San Blas, no faltando las lágrimas de hombres ni los llantos de las beatas. No era para menos, según la mentalidad de la época partía del lugar quien les había protegido desde la Edad Media, saliendo en las rogativas para pedir la salud de sus fieles y acabar con los temporales. Lo que nadie sospechaba es que tales muestras de sentimiento y pesar fueran premonitorias.
Cuando años después vuelve la supuesta talla de la Virgen del Valle a Calzada y la ubican en la ermita de San Blas, de donde se lleva a la parroquia. Una vez concluidos tales actos, desde el propio mayordomo que se encargaba de vestirla a las autoridades y al resto de parroquianos, todos recelan de los cambios que se habían operado. Sobre la nueva imagen se dice que “es una ymagen maltratada de una vara en alto poco mas o menos y que paresce ymagen de santo y la cara muy abultada”56, siendo la mayoría de la opinión que se les había dado el cambiazo con esta talla antigua de algún San Juan y que la hermana del cura había robado a la patrona para llevarla a la Virgen del Socorro, echándose también en falta un Niño Jesús. Así, un testigo relata que, en una ocasión, cuando volvía de misa se encontró con Miguel Caballero, criado de la Beata, natural de Argamasilla y nieto de la calzadeña Ana de Céspedes, cuando transportaba en su borrica la talla antigua del Niño Jesús de la Virgen el Valle y, al preguntarle que adónde la llevaba, le respondió: “alla lo llevo a la Argamasilla a una Madre de Dios que no tiene hijo”.
Escandalizados por esta tropelía, se presiona al prior frey Juan Gutiérrez para que devolviese la talla original. A los pocos días, la Virgen del Valle perdida fue depositada por orden judicial en la ermita calzadeña de San Salvador y luego la llevó a la parroquia, junto con su Niño Jesús y sus vestidos. Allí permaneció unos meses hasta que el rector la volvió a entregar a su hermana para que se colocara en la ermita de San Sebastián (Argamasilla), donde logra concitar el fervor popular. Por dos ocasiones más desaparece la Virgen del Valle de Calzada y vuelve a aparecerse bajo la apariencia de la Virgen del Socorro en el mismo álamo de marras, pese a estar asegurada en un arca de tres llaves. Eso sí, en la última ocasión sin su Niño En septiembre de 1583 todavía se conservaba en el lugar “un Niño Jesus que estava en el arca con una ropica de terçiopelo carmesi y una camisica” de la talla antigua; un agnus dei de plata y una corona de tafetán colorado con unas puntas de hijo de oro, aparte de la corona de plata de tenía la Virgen del Valle. Desconfiando de tanto prodigio, los vecinos de Calzada reclaman de nuevo ante los tribunales que se les devolviera lo que consideraban suyo. Investigado, el rector calatravo asegura ante los tribunales que la imagen antigua de la Virgen Valle había sido retirada de su altar por mandato de los Visitadores de Calatrava y le ordenaron hacer una nueva, para la cual el querellado acordó con un entallador de Ciudad Real realizar una imagen nueva, recibiendo el beneplácito de los ediles, que incluso le entregaron una cantidad de dinero; de acuerdo a su declaración, para cumplir sus designios “puso la dicha ymagen antigua en un arca y después la puso debaxo de tierra para que se comiese y gastase como se suele haçer quando se quitan de servir en las yglesias”.
Desconocemos cuál fue la sentencia definitiva, pero fuentes indirectas y bastante tardías nos hablan de una Real Ejecutoria que se conservaba en la iglesia mayor de Calzada y del testamento57 del fallecido párroco en el que declaraba “que la aparicion de Nuestra Señora del Socorro fue cierta y milagrosa y que la substracción de la del Valle y demas expuesto por los vecinos de la Calzada era y habia sido falso testimonio y por consiguiente el pleyto que le havian seguido injusto y que porque Dios le perdonase, les perdonaba los muchos pesares y dinero que le habian hecho costar”.
Pero mientras tanto ¿qué pasaba en Argamasilla? Ajenos a tanto litigio, la fe de un pueblo privado de curas de almas durante tanto tiempo, se vuelca en el culto a una imagen que, según creían a pies juntillas, tantas muestras había dado de su inquebrantable apego a la localidad. Hacia 1583, el calzadeño Andrés González coincide con otros en aseverar que la Virgen del Socorro es “muy devota e haçia muchos milagros e que mucha gemte forastera acudia a la ermita desta villa e que se le haçia en su tierra grande solenidad”58. Su paisano Dionisio Ortiz, que viajó con su madre hasta la ermita del Socorro, llegando al santuario, a la orilla del encinar, se topa con un hombre que le preguntó su procedencia y al responderle que de Calzada les dicen que la beata del Prior le había llevado la imagen. Para evitar sorpresas, los de Argamasilla ponen veinticinco guardas armados con alabardas y arcabuces a la ermita, impidiendo el paso a los romeros calzadeños. Parece que los Visitadores calatravos mandaron a beata que no tuviera dicha imagen en su domicilio, y al depositarla en Santa María la Mayor un tal fray Juan Rubio, fraile del convento de la Victoria, la llevó a San Sebastián, donde un entallador le pulió la garganta59.
Es más, como su fama iba en aumento, pronto quedó patente que la diminuta ermita de San Sebastián era insuficiente para acoger a tanto devoto y curioso, por lo que se decidió ampliar este templo rural. En su construcción no faltaron milagros, como cuanta la tradición que pasó con Manuel Rodríguez Muñiz, que salió indemne de la caída desde un andamio, recordando el milagro un exvoto pintado expuesto luego en el retablo. Precisamente cuando en 1592 se concluyó la nueva ermita, el primer mayordomo fue el susodicho Manuel Rodríguez. A fines del Quinientos su culto se había consolidado a una velocidad pasmosa, siendo incesantes los rumores sobre sus milagros.
50 MEJIA GODEO, A. Y CIUDAD RUIZ, M., “Devoción mariana en el siglo XVI. Virgen del Valle de la Calzada, Virgen del Socorro de Argamasilla, villas del Campo de Calatrava”, Campo de Calatrava. Revista de Estudios de Puertollano y su comarca, 5 (2002), pp. 65-83.
51 GONZÁLEZ ROMERO, J.R.: “La devoción a la Virgen del Socorro en Argamasilla de Calatrava (Ciudad Real)”, J. ARANDA DONCEL, Las advocaciones marianas de Gloria, Córdoba, 2003, II, pp. 407-423.
52 GÓMEZ VOZMEDIANO, M.F.: “La aventura de emigrar (I): La Carrera de Indias”, Campo de Calatrava. Revista de Estudios de Puertollano y Comarca, 4 (2001), pp. 93-205.
53 GRUPO AL-BATITHA, Los pueblos de la provincia de Ciudad Real a través de las descripciones del Cardenal Lorenzana, Toledo, 1985.
54 AHN. OOMM. AHT. (Pleitos), leg. 43977, ff. 37r-ss.
55 GRUPO AL-BALATITHA: Los pueblos de la provincia de Ciudad Real a través de las Descripciones del Cardenal Lorenzana, Toledo, 1984, p. 92.
56 Ibídem, ff. 40r-v.
58 19v-21r
59 16r-19v.
Nota editorial: Argamasilla de Calatrava rindió tributo a su pasado. Los sábados 16 y 23 de octubre de 2004 se desarrollaron las I Jornadas de Historia Local «Biblioteca Oretana», de Ediciones C&G. Esta iniciativa sirvió de homenaje al historiador Francisco Gascón Bueno.
En la sesión inaugural intervinieron los investigadores Miguel Fernando Gómez Vozmediano, que se refirió a la Virgen del Socorro desde el punto de vista de la devoción en el municipio. Julio Bayo, que habló de la afición cinematográfica en Argamasilla. El coordinador de estas jornadas, el escritor y crítico de arte José González-Ortiz, profundizó en su conferencia en la figura y labor de Gascón Bueno.
Tres ponencias en la sesión de clausura: ‘Argamasilla de Calatrava en la prehistoria y protohistoria’, a cargo de Macarena Rodríguez Fernández y Patricia Hevia Gómez, arquéologas; ‘La Ruta del Quijote y Argamasilla de Calatrava’, por el historiador y escritor José Domingo Delgado Bédmar, quien aportó la documentación que posteriormente sería presentada en torno al aniversario de la publicación de El Quijote y, por último, ‘Daniel Castellano y Lozano, un guerrillero de Argamasilla de Calatrava en el conflicto de Cuba 1889-1894’, por la historiadora María Isabel García Martínez.