José Arias Mora.- La falta de rigor en las investigaciones y en la localización del punto de encuentro de las dos principales cañadas castellanas, la cañada real soriana oriental y la cañada real segoviana, ha contribuidos a que los estudiosos de los viajes de don Quijote se hayan perdido en la llanura del valle de Alcudia, intentando averiguar los pasos de don Quijote.
Una vez fijado que el punto de encuentro de las dos mencionadas cañadas es el puerto de Veredas, situado en Veredas (pedanía de Almodóvar del Campo), es fácil de relacionar este punto con el escenario de la Batalla de las Ovejas, pues aquí encajan todos los datos que Cervantes nos proporciona cuando redactó la citada aventura.
En principio debemos decir que en la Batalla de las Ovejas, Cervantes, emplea sus extraordinarios recursos literarios para narrarnos un suceso vulgar y corriente como era el paso de las ovejas por las cañadas y los enfrentamientos que había entre los ganaderos en sus entronques, pues el que pasaba primero encontraba comida y marcaba el paso, y el segundo además de encontrar menos pastos tenía que mantener las distancias para que no se juntasen los dos rebaños.
Don Quijote intentó que las ovejas que iban por su cañada, la soriana, pasasen los primeros, arremetiendo e intentando parar a las ovejas que venían por la otra. Fue un intento vano, fue como parar un río, en este caso un río de ovejas, que igualmente va arrastrando a pastores con sus odas y sus garrotas, a los perros con sus carrancas y a las mulas y borricos con los hatos.
Cervantes conocía perfectamente los trazados de los caminos y cañadas, y sus solapamientos, por lo que podía localizar a D. quijote y a Sancho en un camino real, como cuando salen de la venta de Juan Palomeque el Zurdo (Venta Tartaneda) y acto seguido situarlos en una vía pecuaria, pues por el mismo camino le venían las ovejas protagonistas de su próxima batalla. Este cambio rápido de escenario lo puede hacer porque en este tramo coinciden camino y cañada, y consigue que parezca que cambia a sus personajes del lugar o de escenario, sin cambiarlos de camino y sin faltar a la realidad geográfica.
En esta aventura, Cervantes, aplica su ilustración sobre cañadas. Sabe que en el puerto de Veredas entroncan dos de las principales cañadas, la cañada real Soriana Oriental y la cañada real Segoviana y que a cada una de ellas se le unen tres cañadas muy importantes. La Batalla, siguiéndole el hilo a la realidad geográfica, es un encuentro de dos formaciones militares dirigidas por un rey y un emperador, los cuales van acompañados cada uno por tres caballeros poderosos.
La realidad geográfica también coincide cuando detalla “retirémonos a aquel altillo que allí se hace”, perfectamente aplicable al accesible puerto de Veredas, punto en el que se funden ambas cañadas y que continúan en la llamada cañada mayor de Alcudia, que también describe, “que por aquel mesmo camino de dos diferentes partes venían”.
Cuando don Quijote y Sancho van subiendo a “el altillo” (ya sabemos que es el puerto de Veredas), oían y veían al enemigo a su derecha, por lo que D. Quijote le dice a Sancho “El miedo que tienes… te hace… que ni veas ni oyas a derechas”.
La realidad geográfica vuelve a coincidir. Los trazados de las cañadas Sorianas y Segovianas cuando se aproximan forman un ángulo casi recto, pero la cañada Soriana en el puerto de las Angosturas, que es el punto donde encara la cuesta del puerto de Veredas, gira a la izquierda, uniéndose a la Segoviana en lo alto del puerto, con la que forma un pequeño ángulo.
Así es posible, que don Quijote, cuando se iba acercando al escenario de la batalla viesen un rebaño por detrás y otro de frente y cuando ya era inminente la Batalla viese al rebaño enemigo por la derecha.
Situándonos en el puerto Veredas (el AVE lo atraviesa por un túnel) y desandando el camino de don Quijote, nos encontraríamos con una venta, la venta Tartaneda (a 50m. al Norte de la estación de Brazatortas-Veredas), la venta de Juan Palomeque el Zurdo, pegada al camino de las Ventas y a la cañada real soriana Oriental, que coincidían en este tramo.
Volviéndonos otra vez al puerto de Veredas, podríamos acompañar a don Quijote en su viaje Sierra Morena. Bajaríamos el puerto y enseguida nos encontraríamos con una bifurcación de caminos, con tres alternativas: el camino de las Ventas, la cañada mayor de Alcudia y el camino a Sevilla por el puerto del Mochuelo.
Sancho elige la cañada pensando que enseguida se encontrarían con otra venta, deseo que se hubiese hecho realidad si hubiese optado por la primera alternativa (se habría encontrado con la venta de Molinico y con la venta de la Inés o del Alcalde) o por la tercera (se habrían podido alojar en la venta del Zarzoso), pero los planes no le salieron a Sancho.
Llegó la obscuridad y la venta no aparecía. El temor a pasar la noche al raso se convirtió en pánico, debido a que se toparon en la cañada soriana con unos encapuchados que alumbrados por unas antorchas trasladaban furtivamente los restos de San Juan de la Cruz.
Las aventuras y la noche siguieron. Don Quijote y Sancho prosiguieron andando por la cañada, pasando por detrás y muy cerca de la venta del Zarzoso, que estaba y está en el camino real. Abandonaron el valle de Alcudia por el puerto del Mochuelo, adentrándose en el valle de los Pedroches.
La noche empezó miedosa y acabó tétrica. Un gran ruido los paralizó e hizo que Sancho se situase muy cerca de don Quijote para combatir el miedo. Cervantes aporta la distancia, a menos de un negro de uña.
El amanecer transformó en risas el miedo de Sancho, pues el ruido era producido por un ingenio de la época, un molino batanero, el molino Turruñuelo, situado en la orilla del río Guadalmez y a cien pasos de la cañada.
Don Quijote después de la ridícula aventura con el batan sigue vagando por el valle de los Pedroches, territorios de la Orden de Calatrava, donde ocurren sus siguientes aventuras.
Una de ellas es la liberación de los Galeotes cuando eran conducidos a Sevilla por el camino real. Don Quijote libera a los cautivos de sus cadenas. Mientras tanto Sancho piensa que hay que abandonar el camino real, patrullado por la Santa Hermandad, y por las cañadas llegar a Almodóvar o al Viso.
Se entiende que estando nuestros personajes situados en el valle de los Pedroches es bastante lógico que Cervantes se esté refiriendo a Almodóvar del Campo y a El Viso (Córdoba).
Huyendo campo a través de la Santa Hermandad, nuestros protagonistas se encuentra por aquellos parajes con un pastor que les informa y nos informa donde se encuentran: están a 8 leguas de Almodóvar del Campo. Don Quijote, ya estaba muy cerca de su retiro en Sierra Morena, pues en las proximidades, en una de las peñas que forman el tajo del arroyo de San Juan, lugar singular, conocido por los lugareños como el Charco del Mar del Infierno, encontró el lugar de la Penitencia.
El viaje de don Quijote siguió hasta el lugar de partida, el Lugar de la Mancha, Miguel Esteban. Su itinerario fue continuo, cerrado y sin saltos.
Mientras Rinoceronte iba andando por caminos y cañadas reales, la imaginación don Quijote saltaba de su Dulcinea a sus ideales y de la realidad a la ficción. Sancho solo pensaba en su Ínsula.
Era la única manera de aguantar las penalidades de sus viajes.